Una estadística fundamental utilizada para justificar las políticas agrícolas y guiar la investigación científica durante más de medio siglo está ahora bajo escrutinio. Un estudio reciente publicado en PNAS Nexus revela que la afirmación de que la agricultura de riego produce el 40% de los cultivos mundiales y consume el 70% de los recursos de agua dulce se basa en evidencia poco convincente, propagada en gran medida a través de rumores en lugar de un análisis de datos riguroso.
Esta estadística ampliamente citada ha impregnado más de 3.500 documentos que van desde artículos de investigación hasta resúmenes de políticas, dando forma a los debates globales sobre la seguridad alimentaria y la gestión del agua durante décadas. Sin embargo, los orígenes y la validez de estas cifras han sido esquivos hasta ahora. Los investigadores de la Universidad de Birmingham que realizaron este nuevo estudio descubrieron que un asombroso 98,5% de los documentos que hacen referencia a estos porcentajes no proporcionan datos originales que los respalden. Muchos simplemente citan trabajos anteriores sin verificar la información fuente o incluso mencionar explícitamente las cifras de 40:70.
El Dr. Arnald Puy, autor principal del estudio y profesor asociado de la Universidad de Birmingham, explicó que esta dependencia generalizada de afirmaciones no verificadas podría deberse a su simplicidad e impacto emocional. “Las cifras son fácilmente digeribles y transmiten una imagen clara de cuestiones complejas”, dijo el Dr. Puy. “Pero los desafíos del mundo real a la hora de equilibrar la producción de alimentos y el uso del agua a menudo desafían esas representaciones simplificadas”.
El papel del riego: más matices de los que sugieren las cifras
Además, el estudio expone una variabilidad significativa en los datos actuales sobre el impacto del riego tanto en la seguridad alimentaria como en el consumo de agua. Las estimaciones sitúan el porcentaje de cultivos mundiales atribuibles al riego entre el 18% y el 50%, mientras que su participación en las extracciones de agua dulce se sitúa dentro de un amplio rango del 45% al 90%. Se consideran estimaciones conservadoras, lo que significa que las cifras reales podrían fluctuar aún más.
Seth N. Linga, Ph.D. investigador de la Universidad de Birmingham y coautor del estudio, subrayó esta ambigüedad: “Los datos pintan un panorama contradictorio. El riego podría considerarse mínimamente significativo para la producción mundial de alimentos o absolutamente crucial; podría ser increíblemente ineficiente en cuanto a agua o notablemente eficiente”.
Esta falta de claridad tiene implicaciones críticas mientras los líderes mundiales se reúnen en la COP30 en Brasil para discutir desafíos ambientales apremiantes. El Dr. Puy sostiene que este escrutinio renovado sobre la base de suposiciones arraigadas sobre el riego es oportuno y vital. “Es esencial que examinemos críticamente los datos que sustentan las decisiones políticas relativas a la seguridad alimentaria, especialmente en lo que respecta al uso del agua”, enfatiza.
El estudio pide una mayor transparencia y rigor a la hora de cuantificar el papel del riego en la agricultura mundial. En el futuro, tanto los formuladores de políticas como los investigadores deben exigir evidencia más sólida para fundamentar las decisiones sobre recursos vitales como el agua, garantizando que se asignen de manera efectiva para satisfacer tanto las necesidades alimentarias como los objetivos de sostenibilidad ambiental.










































