La búsqueda del sensacionalismo ha llevado a un extraño espectáculo: el análisis del ADN de Adolf Hitler para un documental de televisión. Si bien el gesto puede acaparar los titulares, el valor científico es cuestionable y las implicaciones son preocupantes. No se trata de un descubrimiento innovador; se trata de explotar la historia para entretenerse.
La ciencia detrás del espectáculo
“El ADN de Hitler: Plano de un dictador” del Canal 4 obtuvo una muestra de un fragmento de sofá empapado de sangre donde Hitler murió en 1945. Si bien el cromosoma Y parece genuino, la edad de la muestra introduce lagunas en el genoma. El documental afirma que esta evidencia “cambiará la forma en que pensamos sobre Hitler”, pero eso es una hipérbole.
La cuestión central es la implicación del determinismo genético: la idea de que Hitler estaba destinado al mal debido a sus genes. El documental no llega a afirmarlo explícitamente, pero el título por sí solo lo sugiere. Esto es similar a argumentar que los clones de Hitler inevitablemente repetirían sus atrocidades. Sin embargo, los estudios sobre gemelos, que comparan a gemelos idénticos (que comparten el mismo ADN), muestran que la heredabilidad de la criminalidad es inferior al 50%. La mayoría de los clones no necesariamente se convertirían en monstruos.
Los límites de la predicción genética
Nuestra comprensión del genoma humano es todavía rudimentaria. Nos cuesta predecir con precisión rasgos simples como el color de ojos, y mucho menos comportamientos complejos. El análisis genético puede identificar variantes relacionadas con enfermedades como el autismo, pero las puntuaciones poligénicas (evaluaciones de riesgo) no son fiables. Una puntuación alta no garantiza un diagnóstico, debido a factores ambientales, asociaciones espurias y conocimiento genómico incompleto.
El documental afirma que el genoma de Hitler tiene una puntuación alta en autismo, esquizofrenia, trastorno bipolar y TDAH. Pero diagnosticar personajes históricos basándose en datos genéticos no tiene sentido. Estas condiciones no explican sus acciones. Como señala Simon Baron-Cohen, la educación abusiva de Hitler es mucho más relevante.
El mito del mal genético
Atribuir la tiranía de Hitler a la genética ignora un punto crucial: los dictadores no operan en el vacío. Millones de personas votaron por él, los políticos permitieron su ascenso y los funcionarios implementaron sus políticas. La verdadera pregunta no es por qué era malvado, sino por qué le permitimos tomar el poder.
La afirmación del documental de que Hitler pudo haber tenido el síndrome de Kallmann (que afecta el desarrollo sexual) es irrelevante. Los registros históricos ya confirman su testículo no descendido. La genética no aporta nada nuevo.
Las implicaciones peligrosas
El análisis del ADN de Hitler refuerza la peligrosa idea de que fue excepcionalmente malvado y el único responsable del Holocausto. Esto ignora los fallos sistémicos que le permitieron llegar al poder. Los dictadores no son raros y ninguno triunfa sin un apoyo generalizado.
Atribuir el mal a la genética corre el riesgo de estigmatizar enfermedades de salud mental como el autismo y la esquizofrenia. El documental no ofrece nuevas ideas, simplemente renueva lo que ya sabemos sobre Hitler.
En conclusión, el análisis del ADN de Hitler es un truco sensacionalista que no añade nada a nuestra comprensión de la historia o la genética. Refuerza mitos peligrosos sobre el mal, distrae la atención de las fallas sistémicas y corre el riesgo de estigmatizar las condiciones de salud mental. La búsqueda del entretenimiento no debe realizarse a expensas de la precisión histórica o la integridad científica.
