¿Este cometa es de origen extraterrestre o es simplemente inusual?

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El paso de un cometa ha cautivado la imaginación del público y ha provocado un debate entre los científicos: ¿es un visitante extraterrestre o simplemente una curiosa rareza celestial? El cometa 3I/ATLAS, descubierto por el Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides (ATLAS) en julio, ha generado un revuelo considerable, impulsado en parte por las teorías abiertas del astrofísico de Harvard Avi Loeb.

Si bien no hay motivo de alarma (la NASA nos asegura que no representa ninguna amenaza para la Tierra), los orígenes y características del cometa han encendido debates sobre la vida más allá de nuestro sistema solar. El inusual interés público se amplificó cuando la estrella de reality shows convertida en influencer de X (anteriormente Twitter), Kim Kardashian, preguntó directamente sobre 3I/ATLAS, lo que provocó una respuesta del administrador interino de la NASA, Sean Duffy. Incluso Joe Rogan dedicó segmentos de su podcast al tema.

Las afirmaciones de Loeb y el rechazo científico

Loeb, muy respetado por su trabajo sobre agujeros negros y materia oscura, ha hablado cada vez más sobre la posibilidad de vida extraterrestre. En los últimos meses, ha sugerido que 3I/ATLAS podría ser una sonda alienígena tecnológicamente avanzada disfrazada de cometa: un “caballo de Troya” que espía la Tierra o incluso algo más siniestro.

Esta controvertida teoría ha atraído una importante atención de los medios, y Loeb ha aparecido repetidamente en programas de noticias para presentar sus argumentos. Sostiene que las características inusuales del cometa (su inusual brillo y colorido cerca del Sol, su alto contenido de dióxido de carbono en comparación con los cometas típicos y su concentración de níquel) apuntan hacia orígenes artificiales más que a procesos naturales.

Loeb también destaca que 3I/ATLAS viaja casi en el mismo plano que los planetas de nuestro sistema solar, una alineación aparentemente deliberada que él cree poco probable que ocurra al azar. Se mantiene abierto a revisar su postura con más observaciones, pero insta a los responsables políticos a abordar esta posibilidad con seriedad.

Sin embargo, muchos científicos cuestionan la interpretación de Loeb. David Jewitt, astrónomo de UCLA, afirma que todo lo observado alrededor de 3I/ATLAS se alinea con el comportamiento cometario conocido. Si bien reconoce las propiedades inusuales del cometa, insiste en que pueden explicarse mediante procesos naturales. Expresa su frustración por la tendencia de Loeb a enmarcar cada observación como evidencia de artificialidad, por temor a que socave la confianza del público en la ciencia al sugerir un encubrimiento cuando se cuestionan datos anómalos.

Una cuestión de probabilidad y percepción pública

El Dr. Siemion de Breakthrough Listen reconoce la naturaleza cautivadora de la posibilidad extraterrestre, pero enfatiza la importancia de discutir las probabilidades junto con la especulación. Señala que, si bien Loeb estima que existe una probabilidad de “30 a 40 por ciento” de que 3I/ATLAS sea artificial, esta cifra carece de rigor científico y no se basa en datos cuantificables.

Esta falta de evidencia sólida resalta la brecha entre la narrativa convincente de Loeb y el consenso científico dominante. Sin embargo, Dan Fagin, director del programa de Informes sobre Ciencia, Salud y Medio Ambiente de la Universidad de Nueva York, sostiene que es valioso que los científicos interactúen con el interés público en temas como la vida extraterrestre, incluso aquellos considerados poco convencionales. Destaca, sin embargo, la necesidad de transparencia sobre los límites del conocimiento actual y de una cuidadosa articulación tanto de las posibilidades como de las probabilidades.

El cometa 3I/ATLAS sigue siendo un enigma cósmico que ofrece pistas tentadoras sobre la naturaleza de nuestro universo. Si bien es probable que no revele extraterrestres en naves espaciales, sí sirve como un potente recordatorio de la fascinación duradera de la humanidad por encontrar vida más allá de la Tierra y el desafío continuo de comunicar la complejidad científica en una era de información instantánea y teorías virales.